martes, 1 de octubre de 2013

Productos No Tan Brutos. (Economía)

Tampoco Aceptamos Devoluciones.
Por Jorge Montes.
El pasado septiembre, una luz llegó a los ojos de miles de cineastas mexicanos que buscan una oportunidad para sobresalir en el séptimo arte, “No se Aceptan Devoluciones”. Esta obra fue realizada por un nuevo rostro en el cine, pero un viejo, y acabado, rostro de la televisión mexicana, Eugenio Derbez.


Fácilmente, Eugenio Derbez logró colarse por las miles de salas estadounidenses, logrando recaudar un estimado de $340 millones de dólares. Aun siendo fuertemente criticada, logró recaudar más de $50 mil millones de dólares a nivel mundial, convirtiéndose en una la película más taquillera del país.


Lo interesante aquí es qué le depara a la industria cinematográfica de nuestro país. Ha sido difícil para mexicanos como Salma Hayek, Demián Bichir, Guillermo del Toro, Martha Higareda, Diego Luna, etc; ocupar un lugar en el semillero de las mejores producciones cinematográficas del mundo, Hollywood. Poco a poco, más y más mexicanos van ganando enseñanzas de miles de actores, directores, productores y van aplicándolas a una nueva transformación para el cine mexicano. 


Lentamente se van subiendo los peldaños para que el mundo voltee a ver 
las películas mexicanas. Aunque sean malas, tenemos una gran recaudación de dinero, que al fin y al cabo, servirán para realizar más cine. Es así como en cinco meses se rompe, dos veces, el record de taquilla a nivel nacional.

Antes de "No se Aceptan Devoluciones" y "Nosotros los Nobles" tenemos "El Crimen del Padre Amaro" con $162 millones de pesos recaudados, esto en 2002. Ahora no vemos las clásicas productoras haciendo filmes extraños, con temas que a la sociedad, lejos de entretenerse, la perturban o alteran. Tenemos una generación de cineastas en busca de más, en busca de un lugar en entregas de premios internacionales.


Aunque sean historias cansadas, rutinarias o refritos que los críticos podrán odiar, se convierten en películas que venden, que el público está dispuesto a comprar y a ver. Porque, pese a quien le pese, el cine es una industria, y necesita de dinero para salir adelante, o acaso un cineasta quiere que su película quede enlatada o que sólo la vean unos cuantos.

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