-Por Paola Iridee
Pocas cosas negativas se pueden decir acerca de esta película alemana recién lanzada y basada en el libro homónimo de Noah Gordon, pues no habrá más que admitir que es un fiel retrato fílmico de la Edad Media; las ubicaciones utilizadas, la escenografía, el cuidado con los detalles de cada uno de los elementos que aparecen en pantalla, las costumbres reflejadas, e incluso la difícil caracterización de los personajes (no sólo por su vestimenta sino incluso por la falta de romanticismo en su arreglo -o desarreglo- personal) es fabulosa. Pocas veces, en películas ubicadas en una época ajena a la nuestra, se ve algo tan apegado y realista al momento histórico al que se tratan de apegar, pero en esta no podría describirse el logro más que con un simple "acertado." Así, con punto; un tajante acierto. Tal vez, el único fallo en esta ubicación temporal sea el lenguaje que se utiliza (demasiado sin matices, demasiado moderno para el medioevo), pero, vamos, naturalmente no lucraría, simplemente no funcionaría una película con un lenguaje que nos lleve más tiempo descifrar del que nos tomaría agarrar el hilo conductor de la trama.
Los aciertos de El Médico no se quedan solamente en la buena ubicación temporal, sino también en la historia, que, como buen cine del siglo XXI (los libros ya llevan rato siendo así, entonces no cuenta...), mezcla más de un género para crear una bonita composición audiovisual ecléctica, estética y funcional.
A lo largo del filme, Rob Cole (interpretado por Tom Payne) nos lleva de la mano a través de su historia rumbo a convertirse en uno de los mejores médicos de la época, una de esas historias que reconocemos a simple vista como parteaguas, sin las que nuestro hoy-en-día no sería "igual" en absoluto.
Si bien esta historia, así como sus personajes, son ficticios, el mundo, la época, el contexto y su realidad son completamente reales, por lo que El Médico es una de esas películas en las que uno puede dejarse llevar por los torrentes del arte y de su propia imaginación, para divagar, indagar y vivir, por un momento, en ese rincón de espacio-tiempo que se presenta ante ti a través de un gigantesco rectángulo cóncavo.
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