¿Qué culpa tienen las "Chaparritas"?
Por: Cristina de la Parra
Nuestros queridos legisladores quieren gravar las bebidas azucaradas con
un impuesto.
Es una realidad que México ocupa el primer lugar mundial en sobrepeso,
pero ¿es posible que un impuesto a los refrescos, nos lleve a bajar de peso? Lo
que debemos de hacer es dejar de consumir productos procesados, porque tamales,
tacos y tortas hemos comido los mexicanos desde épocas muy remotas y no éramos
los más gordos de Mesoamérica.
Cuando hace unos años se le puso un impuesto a los cigarros, lo único
que se ganó fue que el mexicano fumara de gorra y pocas veces comprara
cigarros, pero con el paso del tiempo, unas dos semanas máximo, al ciudadano de
este folklórico país se le olvidó que le costaba más caro el vicio y volvió a
comprarlo con la regularidad acostumbrada y es más, ahora existe una gran
variedad de productos para poder fumar.
Los refrescos y bebidas azucaradas, que incluyen jugos procesados, aguas
saborizadas y bebidas energéticas ahora serán un poco más caros, con el
pretexto legislativo de que el dinero recaudado por dicho impuesto, será
utilizado para colocar y restaurar
bebederos de agua potable en escuelas de nivel básico en el país.
Como era de esperarse, ya se están aventando el paquete entre
secretarías. El subsecretario de Integración y Desarrollo de la Secretaría de
Salud declaró que le corresponde a la Secretaría de Educación Pública (SEP) la
instalación y restauración de bebederos, a pesar de que la medida es parte de
una Estrategia Nacional para la Prevención y control del Sobrepeso, Obesidad y
Diabetes, lo que hace pensar ¿a quién le corresponde cuidar y velar por la
salud de los mexicanos, a la Secretaría de Salud o a la SEP?
En mi opinión, creo que se debe educar a los mexicanos a tener una
alimentación balanceada dependiendo el tipo de complexión y actividad que se
realiza, porque no es justo que la gente que si cuida su alimentación pague más
por las deficiencias alimenticias de los demás.
Por lo pronto, disfrutemos de una deliciosa “Chaparrita” de uva, ahorita
que todavía está barata y no nos juzgan por disfrutarla.
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